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COLECCIÓN MICROMEGAS
Tercetos (2011).Nota preliminar (del autor)
Estos tercetos asimétricos, hasta ayer dispersos, se reúnen con la intención de dar cuerpo a lo sencillo y conformar el sexto número de una colección de poesía y prosa poética breve, incluso brevísima -como suelen parecer el haiku y el madrigal-, en la que estimo participar.
Admito la sensación de agobio que puede provocar la lectura ininterrumpida de más de una docena de estas tercinas de variada índole y tono fugaz, que en algunos casos puede invitar a la recapitulación, pero me expía muy personalmente la emoción de su hechura. A modo de susurro, puedo confesar que estas entradas a lo perplejo, aun con el dramatismo que acentuó cada instante, son acompañadas ahora con un raro contento.
Aunque no haya un plan temático grupal (quizá los años que separan a muchos de los versos no lo permitan), pueden encontrarse relaciones que la disposición pretende aunar por sentido. Pese a no transitar la inocencia, cada concepto intenta arrogar la tribulación o roce reflexivo del mismo modo que las construcciones mayores.
La memoria de los eventos que dispararon estos apuntes fue continuada por la sorpresa de la recopilación, compendio para el que nunca antes tuve la intención de libro, ni lo imaginé en el más difuso de los sueños.
La voz de tinta de estos textos, menos pletóricos que arbitrarios, las palabras que tejen este concierto o desconcierto arrítmico, nacieron de la alucinación que nunca descansa y que no dejé morir por disponer de lápiz y papel al alcance de la mano.
Satisfecha la sed, el cansancio se despide.
Ricardo Rubio
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COIMENTARIO de Fernando Sánchez Zinny
Hermoso poemario acerca del cual una reflexión se impone: en el mundo extenso muchas cosas tienen cabida. Ni la poesía se salva de esto, pese al idealismo asimismo constreñida a llevar a cuestas su alforja de caprichos. La globalización vulgarizó lo exótico y en ese caso, por ejemplo, nos cayó el haiku, elaboración nipona de la que muy poco sabemos: tres líneas, tantas sílabas y tal o cual devaneo trascendentalista.
Quisimos hacerlos en nuestros idiomas y entonces surgió otro haiku, de rostro indoeuropeo, egoico y ansioso, ajustado en lo formal a lo que del haiku se dice pero no más oriental que el vino. ¿Qué es un haiku? ¿Un poema homeopático? ¿Un verso suelto? ¿Un sentido alado que busca anclaje? ¿Un aforismo? Todo esto y también otras cosas siempre que estén en diecisiete sílabas. Pero aún esto último, ¿por qué? Sobre todo, ¿por qué, si en esta época casi todos en casi todos lados prescinden de la métrica?
Ricardo Rubio, poeta de sólida consistencia, lo hizo con el haiku, justamente, y del modelo canónico sólo quedaron las tres líneas, por lo que él, dudoso, los llama cautelosamente “tercinas”, notables poemas mínimos, para galardón de esa colección Micromegas que dirigen Leonor Capeto y Manuel H. Santos y que este volumen viene a continuar. Claro, esa misma brevedad contiene una inevitable métrica y ella da paso a todos los pathos de Occidente, expuestos con rigor apasionado e implacable lucidez. Leo:
Es falso / que no escriba al amor. / No sucedo en otra parte.
Sobre la poesía define:
La magia existe: la razón nos ha mentido.
Vine a vivir / y no tengo tiempo / más que para nombrarte.
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