sábado, 21 de enero de 2012

MANDALA, de Andrés Utello

14x20, 136 pag.
Poesías (2009).

NOTA  PRELIMINAR  (del autor)

Todo lo que ha llegado hasta nosotros como civilización, fue contado alguna vez a otros hombres. Aquí es donde aparece el lenguaje como símbolo capaz de perpetuar un acto vital y mágico.
Es mediante el lenguaje poético donde todas las cosas son comprendidas e incluso aceptadas de una manera atávica y esencial. Los conceptos filosóficos, las religiones, la historia y el arte llegan después de navegar el tiempo hasta nosotros, porque alguien cantó esas cosas de manera tal que el asombro llenó de atención a esa máquina caprichosa llamada ser humano. El asombro cantó y el mundo por un instante, participa del genio de la creación.

Andrés Utello

El acto poético es una conspiración contra la barbarie. Y es el asombro el factor de renovación constante de todo lo creado. El asombro es la grama donde queremos descansar, donde uno se recuesta y finalmente contempla el mundo. Cuando nombramos las cosas cotidianamente, lo hacemos  saltando de rama en rama  en una jungla abarrotada de impresiones, cuando nombramos mecánicamente, la palabra no cumple su función y el pensamiento queda estancado en una fragmentación inútil.
La palabra poesía es todo esto. La intensidad de ver  el gesto de las cosas, la pintura que nos representa en el vaivén de lo que somos. El salto hacia el valor de la batalla.
Publicar un libro de poesía en el siglo veintiuno en la Argentina es más un hecho simbólico que un acto real. Ante una mayoría  netamente consumista  y fútil, la edición de poesía contemporánea es un salto al vacío existencial de nuestros días, es querer saltar ese vacío e intentar la construcción de un hombre nuevo.
Pocas cosas quedan tan precisas como el pensamiento poético para plantearnos el mundo que nos rodea. La tragedia antigua es la tragedia moderna, el campo de batalla es el mismo, la poesía es siempre la misma.
UN MANDALA EN LA OSCURIDAD
Cuando el egocentrismo de nuestra época cubrió la mayoría de las cosas con sus manitas deformes, yo recuerdo los  poetas antiguos reformando el mundo constantemente. Repaso en los libros a los samuráis, diestros en el arte de matar pero empeñados en acceder a la creación poética. Resuenan allá a lo lejos los versos de Catulo, Omar Kahiame o el misterioso Li Po. En la América indígena la voz de César Vallejo, de Huidobro  o Rulfo. Gracias a esos hombres celebramos la palabra. Gracias a esas voces tenemos un concepto de la verdad y de la belleza. Todo es un inmenso mandala, como la trama misma del universo lo es en sus recónditos confines, todos estamos unidos en esa trama reflejando en nuestros ojos un poco de luz, mucho de sombra.
Maravilla enorme esta de escribir un poema. De tener ganas de cantar a las cosas de este mundo, de condenar a otras al olvido. Algo del origen queda en la poesía, algo de sus dioses y sus demonios. Esto es lo que puedo hacer esta mañana de otoño, el mandala inevitablemente se completara en tus manos.

Andrés Utello
San Marcos Sierras,  2009.

AGUA FUERTE, de Andrés Utello

14x20, 56 pag.
Poesía (2001).


PRÓLOGO de Ester de Izaguirre

Asombra la belleza de esta poesía no conceptual, no objetiva, que no alude a nada externo y visible, aunque aquí y allá encontremos sustantivos que nos abren caminos, como esas luciérnagas que nos van indicando con sus breves destellos la dirección de su vuelo. “In Memoriam” es un canto que nos eleva a la dimensión en la que el amigo Eleuterio Dávila “hace círculos con su cuerpo / duerme y su caja de vino / se llena de luna. / Siete zafiros guardan su sueño / negros dragones / mueven la niebla. / El viejo amigo descansa / y su cara de niño / sonríe como un río, / de sus ojos saltan peces infinitos, / centauros de fuego/ pájaros de sal. / Dos viejas comadres / de un pueblo desierto / juntan flores azules / para el amigo / eterno”. Y asombra, repito, en madurez y en belleza de sus cantos, en su fecunda manera de inventar el lenguaje: “Con mayores o menores nudos / como un algarrobo /  en su dureza levantado, / en su sequedad / de mirar el desierto / de andar olvidado de andar / de ser una piedra. / Como un algarrobo / florecido / musical / despierto. / Con mayores / o menores nudos / intacto / atento / bueno / Para tanta soledad /  de invierno”.
Y a qué le canta Andrés Utello en este poema. No hay un yo explícito. Si lo imaginamos, ese yo es compartido con el paisaje y plenificado por la metáfora ¿es el yo poético o el paisaje el que ostenta soledad en invierno?
Como si fuera un amuleto, un traje que se lleva consigo para ser utilizado en el instante preciso se pregunta:
“dónde pondré mi muerte / cuando llueva”
Augural, premonitorio “Y ahora que oscurece / poco importan tantas cosas”, no importa el oído “ni el sonido del río” ni el olfato “ni el olor del verde mojado” ni el tacto “ni presagio de tanta frescura”, importan los ojos “oscurece y el camino / es todo monte…”. Se impone la metáfora: luz-vida.
En VI armonizan espacio y tiempo. Ejemplo: “A la hora de los cerros azules / alguien regresa” … “Hora de pájaros / Partir / a nuevos mundos”.
La armonía de un poema suele no surgir de un sustantivo o de un adjetivo, de un verbo, o del ritmo que otorgue color o movimiento tampoco. Está en el sentimiento del lector provocado por el sentimiento del poeta. El sentimiento del lector es una respuesta acorde con la apelación de las palabras del poeta, a las órdenes de su intuición creadora. Y así todas las imágenes, voces, silencios, adjetivos, sustantivos, pausas, son traducidos, en la lectura por la subjetividad del lector y por su capacidad de concordar (cor – cordis – corazón – sentimiento).
¿Dónde está la magia de este poema “VII”?:  “Un poco de beber / compañero / un poco de beber / en estas manos. / Pasa la noche / y el quebracho es / llama viva / es fragilidad / que anda por la casa / es lluvia / que habita en tu mirada. / Pasa toda la noche / y el universo / se estira y se contrae / en un instante. / Pasan todas las noches / arde la madera / y piensa”. La magia está en la imagen  sorpresiva “en estas manos”. En la alusión al tiempo y a la noche-metáfora “Pasa la noche”. En la alusión al ara de sacrificio del árbol vivo “y el quebracho es rama viva”.
En la insólita imagen “pasa la noche / por la casa” anda por la casa el sahumerio del sacrificio y de pronto: no calor, no fuego, sino frescura: “es lluvia / en tu mirada” y finalmente: “arde la madera / y piensa”. Quién piensa ¿el compañero? no, “piensa la madera”, y a partir de esta aseveración hay una indefinida cadena de sentimientos provocada por las últimas palabras. Pero esos sentimientos ya no se concretan en palabras, quedan en la sensación del recreador. Perfecta comunión la de la palabra escrita y la recreada.
A veces el “motivo elevante” son los términos inesperados “el pequeño Gerónimo  / toca la mañana/ … / Unos picaflores aman de rojo. / y el niño huele a despierto”.
Hay cantos desde la ciudad y desde el campo.  La poesía de Andrés Utello está hecha de caminos, de espinillos, de huertos, de jazmines, ramas, vino de miel, semillas de mistol, de tierra, picaflores, de calandria y quebrachales, cañas, pedregales y pájaros, algarrobos y moras, es decir está hecha de monte.
La distancia de la palabra hasta su significado último está dada como en ningún poema de Utello en “Antitiempos menores”: “El tiempo del deseo / es como un niño / desnudo / riendo. // El tiempo del olvido / es un tren / cruzando / una salina. // El tiempo del encuentro / es el único limón / del limonero”.
Cuál es la relación entre el tiempo del deseo y un niño desnudo riendo: lo que busca el deseo, ordenado por la especie, es la procreación y he ahí la imagen infantil, o bien el deseo es la simple maravilla de contemplar la inocencia feliz desnuda de abalorios. O la belleza que sugiere todo comienzo. Y los otros magníficos versos: “El tiempo del olvido /  es un tren / cruzando una salina”. Y pueden sugerir el “vacío blanco del no estás”, “la nada del verdor”. En “Puma”, siempre en la naturaleza el grito primario de despertar a la primavera y la gran metáfora de “Tomas Apócrifo”: “doce gorriones / a la orilla de un río / que ya no existe. / El valor de una certeza /, Barro,  / pero con alas”. Sólo un gran poeta pudo encontrarle alas al barro
“Kybalión” tiene el contenido de la copla, “De la trampa perfecta / de los astros / sólo tus ojos /  comprendo”. Y luego, qué cierre para  un libro de poemas. “El poeta despertó con el viento”.
Difícil captar con las tenacillas de la crítica, al corazón de la belleza. Los que pretendemos analizar el poema nos quedaremos siempre en los arrabales de su hondura. Es el caso de haber querido analizar Agua Fuerte cuando todos debiéramos leerlo en una comunión de silencio.
                                                                                                       Ester de Izaguirre

POR LA RAMA DEL PARAÍSO, de Susana Lamaison





14x19, 128 pag.
Poesía (2002).

POR LA RAMA DEL PARAÍSO, prólogo de Ricardo Rubio

La construcción del mundo interior es un espacio que contribuye a la superación de los roces y las fricciones con que la realidad estructura sus eventos. El mantenimiento del ánima, que redunda en obediencia natural, deviene en desgastes no propicios —inopinadas sensaciones con las que lidiar, resultados del aparente desdén de un destino a contraviento—, dando la materia prima y aún las herramientas para la interpretación de la vida, esta inferencia hace que la poesía de Susana Lamaison se despoje de los coloquios superfluos para dar con lo instintivo y acometer por todos los lugares de la sed.
Por la rama del paraíso es una cosmogonía en su mejor acepción, un universo subjetivo desde donde se disparan las denuncias de quien busca medrar allí, aún sabiendo que “La tormenta está escondida / entre las ramas.” En lo conceptual se nos ofrece el drama último del ser: el abandono y la derrota serían planos intermedios de una construcción profundamente dramática, pero aquí se propone el mito del Fénix, y es el que ofrece la energía para resurgir. Lo catártico es tapiz, la luz no ha perdido brillo, la sublimación por la palabra mantiene el aliento en vilo. En el aspecto formal interior —recursos que, a la postre, devienen en semántica indirecta—, encontramos variables propias del vigor textual, las reiteraciones y los paralelismos construyen la figuración patente, visual, a veces cinematográfica, cuadro a cuadro, de las mani-festaciones de un homogéneo pensamiento interior.
Susana Lamaison trepa el árbol para sentir cómo el cuerpo se ha dispersado entre las ramas de un paraíso. Sensación que acuna un dolor impensado y que comparte un conocimiento ejemplar de las muchas razones que hacen del porvenir un suceso inesperado.
La circularidad, la unión del dilema con la carne y la carne desunida, hacen de Por la rama del paraíso una lectura cuyo nutriente llega más lejos que la razón, pues “el abismo es profundo, / insobornable”; incita a la entrega, a dejarse ir, a la vacilación del ser ante una inmensidad aparentemente hueca: “Hay un perfume de jazmín / que me invita / hacia el vacío del espacio / y del tiempo”, y que no es más que la búsqueda de cobijo.
No lejos de una concepción romántica, la poesía de Susana Lamaison se abre paso con la elección de la belleza en lo descriptivo, apoyándose en un amplio vocabulario, un metro fónico variable que no descuida lo lírico y un adjetivo preciso para el ajuste de la realidad.
La poesía de Susana Lamaison es ejemplo de una estética de elección que contribuye y extiende el pano-rama de nuestras letras.
                                                                                                               Ricardo Rubio

——

Huellas

Mis pasos transitaron la senda de los pájaros,
esfumados, livianos, fugaces, inasibles.
Sufrieron la derrota de la arena y del viento
y volaron detrás de la utopía.
Los detuvo la espuma.
Los hundió la resaca.
Y llegaron a un cielo de gorriones sin ojos.
de muñecos sin manos, de casas sin portales:
¿Hacia dónde volaron?
¿Por qué se distrajeron y dejaron sus huellas
marcadas en la playa?

                                    Susana Lamaison

sábado, 7 de enero de 2012

CRÓNICAS DEL VIEJO BUENOS AIRES, de Bernabé Sosa




14x20, 76 pag.

Apostillas (2011).

Foto de tapa: Fragmento del Teatro Colón.

"He buscado agrupar en este libro, recuerdos que me llevaron a hurgar en bibliotecas, en recortes de periódicos, en diccionarios enciclopédicos y a mi imaginación; crónicas, que llamaron fuertemente la atención de la gente en su momento, no siempre con la verdad a cuestas."

ESPEJISMOS, cuentos de Olga Ferraguti




14x20, 80 pag.

Relatos (2011).

He querido titular este libro ESPEJISMOS, porque ser una lectora permanente y frecuentar con deleite el decir certero, la metáfora inspirada, las historias atrapantes de los grandes escritores, produce un espejismo, el deseo ilusorio de subirme a su tren, aún con mi modesto equipaje.

POESÍA HACIA EL NUEVO MILENIO – ANTOLOGIA DE POETAS ARGENTINOS, TOMO I




14x20, 156 pag.

Poesía (1999).
Editada con ayuda del Fondo Nacional de las Artes.
Prólogo de Graciela Maturo.
Arte de tapa: Hilda Mans.

Integrada por: Antonio Aliberti, Emilse Anzoátegui, Julio Bepré, Laura Calvo, Luis Raúl Calvo, César Cantoni, Alba Correa Escandell, Roberto Di Pasquale, Mariano García Izquierdo, Marcela Giacobbo, Roberto Glorioso, Miguel Ángel González, Amadeo Gravino, Pedro Grieco, Jorge Ariel Madrazo, Hilda Mans, Luisa Peluffo, Alberto Luis Ponzo, Ricardo Rubio, Alejandro Schmidt, Andrés Utello y Susana Valenti.

POESÍA HACIA EL NUEVO MILENIO – ANTOLOGÍA DE POETAS ARGENTINOS, TOMO II




14x20, 128 pag.

Poesía (2000).
Editada con apoyo del Fondo Nacional de las Artes.
Liminar de Ricardo Rubio.
Arte de Tapa: Hilda Mans.

Antologados: Gladys Edich Barbosa Ehraije, Norberto Barleand, Julio Carabelli, Susana Cattaneo, Ayelén Correa, Carlos Cúccaro, Alba Díaz, Jorge Luis Estrella, Nélida González Montaner, Leonardo Gastón Herrmann, Zoraida Laveglia, Sandra López Jachú, José Martínez-Bargiela, Graciela Maturo, Elvira Otero, Aldo Parfeniuk, Horacio Preler y Rolando Revagliatti.

POESÍA HACIA EL NUEVO MILENIO – ANTOLOGÍA DE POETAS ARGENTINOS, TOMO III




14X20, 118 pag.

Poesía (2000).
Publicada con el apoyo del Fondo Nacional de las Artes.
Selección y proemio de Andrés Utello.
Arte de tapa: Hilda Mans.

Antologados: Amanda Tomalino, Laura Laulhe, José Luis Colombini, Gabriela Bayarri, María Isabel Mansilla, Laura López, Vichina Peveraro, Yamil Nievas del Castillo, Lía Oubiña, Delia Vega, Víctor Nocelli, Susana Miranda y María Suriani.

POESÍA HACIA EL NUEVO MILENIO – ANTOLOGÍA DE POETAS ARGENTINOS, TOMO IV




14x20, 108 pag.

Poesía (2000). Editada con el apoyo del Fondo Nacional de las Artes.

Nota preliminar de Ricardo Rubio.

Antologados: Norberto Alessio, Carlos Enrique Berbeglia, Luisa Berutti, Dante Bustos, Haydeé Lilí Canaletti, Ramón Canalís, Omar Cao, Carlos Norberto Carbone, Jorge Hirsch, Susana Lamaison, Myriam Leal, Osvaldo Milano Arrieta, Adalberto Polti, Graciela Susana Puente y Beatriz Taboada.

PIE A PIE, ALGUNOS PASOS, poesías de Ricardo Rubio




14x20, 80 pag.

Poesías (1979), primer poemario de Ricardo Rubio.
Leyenda editorial: Ediciones Cristal  de Ricardo López.
Arte de tapa del autor.
Prólogo de Omar Cao.

CALUMEX, novela de Ricardo Rubio




12x18, 128 pag.

Novela (1984).
Leyenda editorial: Ediciones Cristal, de  Ricardo López.

Arte de tapa: Trabajo fotográfico de Eduardo Kolaitis.

LOS HILOS DE ARIADNA, Andrés Utello – Carlos Kuraiem – Ricardo Rubio




14x20, 68 pag.

Poesía de amor (2010).
Prólogo de Susana Lamaison en:

Ver en:
http://epanadiplosis.wordpress.com/2011/05/20/el-amor-y-los-hilos-de-ariadna-por-susana-lamaison/

LA LUNA QUE SE CORTÓ CON LA BOTELLA Nº 1




14x20, 80 pag.

La número 1, editada el 15 de diciembre de 1976.
Segundo trabajo editorial del grupo,
el primero fuera el libro de poesías compartido por Omar Cao y Hugo enrique Salerno:
Uno de dos” (1976).

Leyenda editorial: L.L.Q.S.C.C.L.B. (Siglas de La Luna Que Se Cortó Con La Botella).
Juntadores: Omar Cao, Hugo Enrique Salerno e Isabel Corina Ortiz.

En este número: E. E. Cummigs, David Lagmanovich, Antonio Cisneros (Perú), Li Po (China), Luis Gercoski, Rafael Mendoza (El Salvador), Ruben Makinistian, Julio Huasi, J. M. Murillo, Héctor Koon, Luis Luchi, Evaristo Carriego, Ariosto Del Degan, Hugo Ríos, Juan Miguel Tucci, Grupo Roberto Arlt: José Luis López Aguilar, Hugo Stangalini, Antonio Aliberti, Juan Núñez, David Ciechanover. Dibujos de Fontanarrosa.

UN FINAL PARA WAKEFIELD Y OTROS TEXTOS, Antología




14x20, 108 pag.

Antología de narrativa y poesía (2009) del Taller Literario Municipal de Morón “Autores Argentinos” que coordina María Amelia Díaz.

Participan: Marina Alberto, Amelia Auvet, María de las Mercedes Bayardi, Pedro Bidegain, María Angélica Cabanillas, Jorgelina Caial, Yolanda Cosentino, Olga Ferraguti, Constancias Fioti, Irma Gallegos, Irma Garone, Lilia Goldberg, Martha López, Ada Inés Lerner, Laura Noemí Martín, Patricia Marvisi, Norma Pazos, Bernabé Sosa y Roberto Taberner.

LAS ALUSIONES, de Roberto Di Pasquale




14x20, 140 pag.

Poesía (Tercera edición, 1999).
Prólogo de Phillipe Delaveau.
Arte de tapa: Antonio Seguí.

——————————————

Roberto Di Pasquale
DOS POEMAS:





1

¿Me miras a los ojos, Destino? ¿Me preguntas?
¿Quieres saber la muerte de los días futuros
y adivinar la muerte de la noche en mis ojos?
Tal vez, ya que los miras,
descubras más adentro el mundo que olvidaron.
Mundo que amabas tanto. Según lo prometías
cuando el último sueño caía como un himno
sobre el niño aterrado, Destino, entre las sombras.
Verás antiguos nombres que perdió la memoria.
Los rostros olvidados de la dicha o el llanto,
lo que ahora es silencio. Lo que tiembla en mi mano.
El mundo que he perdido y transita en el tiempo.
Tal vez, porque lo amabas, quisieras recobrarlo.
Pero es cielo dormido sobre las aguas quietas.


2

¿Si de pronto —nacida de un relámpago
o de una flor— comenzara la revelación
de la infancia?
El pudor de algún gesto encubriendo el deseo.
La última respiración en la noche,
y la taciturna ansiedad de la carne.
Aquel lenguaje de lemas y sentencias
definiendo la patria, la castidad, lo eterno.
Los sabores fugaces, lo que ya no recuerdo,
las manos, la mirada, las sombras de mi cuarto.
Tal vez ya no comprenda la verdad de mi nombre.
Tal vez como una lágrima
avanza por los jugos de la tierra
destruyéndose en la mano de mi abuela
o la mirada vacía de su esposo.
Tal vez resida lejos, muy adentro de mí.
Si de pronto aquel niño consintiera en volver.
Aunque yo lo destruya mirándolo tristemente
y su retorno sea un nuevo dolor
para sus ojos y sus manos,
aunque llegara aterrado
de sentirse más solo, más niño ante la muerte
que con tanto amor le ofrezco.
Si de pronto volviera y nombrándome
revelara la noche.
No ambiciono el misterio.
Pero hace mucho tiempo
que quisiera entenderme.
Aparte los extraños: médico y sacerdote.
A solas con el mundo
esfera que no tiene un eje imaginario.
El eje son mis vértebras
y alrededor estrellas
el páncreas y los trenes,
el sol de las veredas, la palma de esta mano.
Al nacer
he lanzado una piedra
al cristal de mi pecho.
Y rota la vidriera,
se confunde el paisaje poblado por mi sangre.
De noche lo respiro como un latido inmenso
y ruidos interiores propagan la distancia
de este sonar de estrellas que alumbra mis entrañas.
Aquí
en estas pupilas que nunca despertaron
tengo grabado un mapa de ríos y fragancias.
La fronda de los gestos que incendiaron las horas
como una cinta pasa de colores perdidos
removiendo el misterio
crecido de fragmentos de olvidos que regresan.

POEMAS INCOMPLETOS, de Constantino Mpolás Andreadis




11x17, 64 pag.

Poesía (2006).
Leyenda editorial: Sagital



Carlos Alberto Debole
CONSTANTINO MPOLÁS ANDREADIS
por Carlos Alberto Débole

La poesía es siempre descubrimiento. Da a luz lo oculto de las cosas, traspone la frontera del ojo, la morada de lo concebible, el arpa resonante del idioma. Pone, por un milagro de iluminación, sentido mágico a lo cotidiano. La realidad, enunciada por las palabras, adquiere dualidad, o sea significación directa, más sugerencia emanada del soplo sorpresivo. La primera, subordinada o anulada por la segunda. Su resultado es celebratorio y misterioso. ¿Ser poeta es acaso casualidad?, pienso mejor en un mandato del espíritu, y justamente de un joven, cuyo espíritu está marcado con destino poético, de congénita rebeldía sublimada y positivo talento, es que escribimos estas breves líneas de presentación.
Constantino Mpolás Andreadis, co-director de la revista “Punto Omega”, aún no tiene impreso libro, pero su futuro, contenido en este presente, aseguran su nombre contra el olvido. Amor por la poesía, ingenio y humor, caracterizan sus poemas y este amor, esta vocaciómn irrenunciable, con la fidelidad de lo apasionante, da existencia real a ese mundo subconciente, a esa especulación oculta que las palabras, ordenadas según una concepción sin preceptivas, acometidas de aventura, abstraídas de la prosa, como un cristal multifacético, se brindan con la colorida dinámica del discurrir “tocado” por la creación.

(Publicado en “Cormorán y Delfín” –año 6 / viaje 19-,
revista dirigida por Ariel Canzani D.)

jueves, 5 de enero de 2012

CLAVE DE MI, poesías de Ricardo Rubio




11x17, 72 pag.

Poesía (1980).
Leyenda editorial: Ediciones Cristal (de Ricardo López).
Arte de tapa del autor.
Composición en L.L.Q.S.C.C.L.B.

CRÓNICAS DE LA INFANCIA, poesías de Amadeo Gravino




11x16, 32 pag.

Poesía.

POETAS ARGENTINOS CONTEMPORÁNEOS, antología




14x20, 68 pag.

Editor responsable: Juan Carlos Escalante.
Antología poética 2003. Arte de tapa: Ricardo Rubio.
Leyenda editorial: LITTERAE.

Participan: Ashby, Belluscio, Caserta, Celestino, De Robertis, Escalante, Forero, Garabato, Herrera, Maire, Mariani, Micheli, Morales Lezica, Pelozo.

PRESENCIA DE LA CORTESÍA, ensayo de Celia Albesa / Graciela Susana Puente




14x20, 48 pag.

Ensayo, 2003.

POESÍA, de Vincenzo Rossi




14x20, 44 pag.

Leyenda editorial: Fundación Argentina Para la Poesía, 1999.
Edición bilingüe italiano / castellano, versiones de Julio Bepré y de Gianna Tomasetti.
Tapa: Fotografía de Vincenzo Rossi.

LA INMOVILIDAD DE LOS RUIDOS, poesías de Raúl Pérez Arias




14x20, 64 pag.

Poesía, 2007.
Arte de tapa: Adrián Giachetti.


Raúl Pérez Arias

Raúl Pérez Arias nació en el barrio de Mataderos en 1956. Fue fundador de la Cooperativa de Arte “Cultura con todos” y co-fundador del Centro Cultural “Amigos del Arte”. Partes de su obra se encuentran en diversas antologías, dentro y fuera del país. Dirigió las revistas literarias “Látigo de fuego”, “La antorcha literaria” y “Emergiendo”, y los grupos reunidos bajo el mismo nombre. Dirigió los programas radiales “Horizonte de cultura” y “Emergiendo en FM Destino”.
Pese a una profusa creación poética de más de treinta años, “La inmovilidad de los ruidos”
es su primer poemario. Colabora en el diario “Somos”, y en las revistas literarias “Polígono de Cuentistas y Poetas” y “Amaru”. Integra La Luna Que desde 2005.


LIMINAR, por Ricardo Rubio

La inmovilidad de los ruidos procede de largos años de trabajo en los que la alegría y el sinsabor se intercalaron, como es costumbre, en los renglones de la vida cotidiana. Parte de estas fricciones, ceñidas a uno y develadas aquí, se recuerdan ahora como sonidos lejanos que provocan la cavilación y el repaso. Nostálgicos, sí, estos versos que, sin duda, acabalan su existencia en el bagaje emocional, en la feliz entrega de la sangre, sin artificios, y respondiendo a la antigua necesidad de que, alguna vez, surgiera por fin el primer libro individual de un poeta vitalicio de la palabra.
Pese a lo que pudiera imaginarse, Raúl Pérez Arias enfrenta estas páginas con un tono llano y pausado, sin los estremecimientos propios de las primeras cosas; acaso las experiencias sobre el asfalto, sobre el trabajo y sobre el papel le dieron la serenidad y el aplomo necesarios para abrirse camino con este grupo de poemas —más recientes que lejanos— sin la estridencia acostumbrada por los noveles ni con los tropiezos propios de la ansiedad. La inmovilidad de los ruidos es un libro reposado, memorioso, alusivo, cargado de emociones francas, claras y espontáneas, de evocaciones sinceras, de amor contundente, con una mirada cordial, madura y casi romántica del pasado.  Mirada que se expande hacia dentro, más allá de las fronteras psíquicas; y, en el universo objetivo, más allá de las fronteras políticas, conservando, en ambos casos, un acento porteñísi-mo, con un Buenos Aires añorado, aun sin aban-donarlo jamás.
Estas remembranzas, aparecidas en lo inmediato de la psiquis, se explayan -se confortan- con la inmovilidad de los ruidos, y, más allá de toda incursión sonora, esta elaboración literaria crece como una lenta sucesión de imágenes sosegadas, silenciosas, tácitas.

Ricardo Rubio

LA HISTORIA DE UN PUEBLO SAN MARCOS SIERRAS, de Yamil Nievas del Castillo




14x20, 80 pag.

CREÉS MIRAR LEJOS Y OTROS POEMAS, de José Emilio Tallarico




14x20, 52 pag.

Poemas (2011).

POR EL COLOR DEL TRIGO, cuentos de Leonel Sicardi




14x20, 64 pag.

Cuentos (2011).

DEL CALDERO Y LA SOMBRA, poesías de Fernanda Hermoso




14x20, 76 pag.

Poemas (201o).

TESTIMONIOS DEL PRESENTE, Antología poética



14x20, 152 pag.

Octubre de 2008. Arte de tapa: Óleo de Mónica Caputo.

Poetas: Héctor Miguel Ángeli, Rubén Balseiro, Santiago Bao, Gino Bencivenga, Luis Raúl Calvo, Mónica Caputo, Carlos Norberto Carbone, Susana Cattaneo, Silvia Marina Crespo, Domingo De Cristofaro, Marta Dulce, Jorge Luis Estrella, Héctor Faga, Roberto Glorioso, Amadeo Gravino, Jorge Hirsch, Carlos Kuraiem, Alicia Grinbank, Susana Lamaison, Hilda Mans, Élida Manselli, José Martínez-Bargiela, Graciela Maturo, Raúl Pérez Arias, Alberto Luis Ponzo, Horacio Preler, Ricardo Rubio, Enrique Sandri, Gustavo Soler, José Emilio Tallarico, Gustavo Tisocco, Amanda Tomalino y Andrés Utello.

EL CEMENTERIO MARINO, poesía de Paul Valery




12x21, 40 pag.

Poesía (1998).
Edición bilingüe francés/castellana.
Versión de Mario Sampaolesi.

ESPEJISMOS, relatos de Olga Ferraguti




14x20, 80 pag.

Relatos (2011).

He querido titular este libro ESPEJISMOS, porque ser una lectora permanente y frecuentar con deleite el decir certero, la metáfora inspirada, las historias atrapantes de los grandes escritores, produce un espejismo, el deseo ilusorio de subirme a su tren, aún con mi modesto equipaje.
Allá voy, entonces, con historias que alguna vez sentí la necesidad de escribir y que hoy me atrevo a hacerlas públicas.
                            Olga Ferraguti

PRESAGIOS DE GUERRA, poesías de Carlos Kuraiem




14x20, 64 pag.

Poesía (1983).
Presagios de Guerra – 2 de Abril de 1982.
Arte de tapa: Lucio Cosentino.
Poemas escritos entre los días 2, 3 y 4 de abril de 1982.
Incluye Imágenes fotográficas de las pintadas callejeras tomadas por el fotógrafo Lucio Consentino.



PRÓLOGO, por Omar Cao


Omar Cao

Punto y coma / zapatilla de goma / el que no se escondió / se embroma.
Era en las tardes de verano y era un juego de chicos; no podíamos saber que andando el tiempo descubriríamos que la antigua e inofensiva fórmula infantil era usada sin contemplaciones en arte por los mediocres, por los irresolutos y por los que no confían en la capacidad de la gente y por ello pasan la vida lamentando supuestas conjuras en torno suyo.
Este es un libro que, a pesar de todo; no cree que la coplita de niños pueda aplicarse al arte. Hay en él profundos desniveles, su técnica no es perfecta. Tiene por momentos una amarga ironía, demasiado dolor; es contradictorio como este tiempo que nos ha tocado vivir, hay una profunda voluntad de poesía, por momentos, de la más autentica, que nace del choque con la dureza de la realidad y de la necesidad de comprenderla.
Es inútil buscar aquí complacencia en la belleza gratuita; todo apunta en la misma dirección; a veces un sarcasmo doloroso; a veces una esperanza casi ingenua, estos poemas de Carlos Kuraiem van hacia la gente con la decisión del diálogo; no se esconden, tratan por el contrario de mostrar revitalizada, nuestra realidad -dura pero tangible- inevitable pero modificable en base a esfuerzo y voluntad como los que aquí se reflejan.



Kuraiem, por Mary Herrera

ALGO HICIMOS“,  por Carlos Kuraiem.

Breve historia sobre la portada de mi libro Poemas de la Guerra 2 de abril de 1982:
Con el fotógrafo Lucio Consentino, tuvimos que planificar toda la escena para capturar la imagen. En el país había estado de sitio: mataban, torturaban, compraban periodistas (muchos se ofrecían gratis) y, obviamente, estaba prohibido tomar fotografías de los edificios públicos. Los dos, Lucio y yo, cruzamos por la vereda de la Plaza de Mayo, charlando como un par de turistas distraídos, en dirección al Banco Nación. Yo iba del lado del cordón tapando a Lucio que en un tris gatillara para tomar la foto de tapa, podría hacerlo una sola vez. Su cámara estaba a la altura de mi hombro y avanzamos sin perder el paso. El resultado fue esa imagen tétrica, alargada de los granaderos, un par de personas deslizándose y la Casa Rosada. Y como Lucio tenía dudas con el cielo (y ya no podíamos repetir la toma) fuimos a Plaza Congreso, donde alborotamos a las palomas, que se dispersaron en lo alto, quedando como si semejaran helicópteros o aviones. En el laboratorio de Lucio, “dibujando con la luz”, realizamos el ensamble de las dos imágenes.
Los poemas los escribí entre los días 2, 3 y 4 de abril de 1982, antes de su edición (en Marzo de 1983) fueron leídos por Eduardo Aliverti, en su columna radial, en un encuentro organizado por la Revista Pan Caliente -donde había una fotocopiadora a disposición de los poetas para duplicar los escritos y repartirlos- y en varias Bibliotecas Populares de Capital Federal y del Conurbano.

POESÍA HACIA EL NUEVO MILENIO – ANTOLOGIA DE POETAS ARGENTINOS, TOMO I




14x20, 156 pag.

Poesía (1999).
Prólogo de Graciela Maturo.
Arte de tapa: Hilda Mans.

Integrada por: Antonio Aliberti,Emilse Anzoátegui, Julio Bepré, Laura Calvo, Luis Raúl Calvo, César Cantoni, Alba Correa Escandell, Roberto Di Pasquale, Mariano García Izquierdo, Marcela Giacobbo, Roberto Glorioso, Miguel Ángel González, Amadeo Gravino, Pedro Grieco, Jorge Ariel Madrazo, Hilda Mans, Luisa Peluffo, Alberto Luis Ponzo, Ricardo Rubio, Alejandro Schmidt, Andrés Utello y Susana Valenti.

POESÍA HACIA EL NUEVO MILENIO – ANTOLOGÍA DE POETAS ARGENTINOS, TOMO II



14x20, 128 pag.

Poesía (2000).
Liminar de Ricardo Rubio.
Arte de Tapa: Hilda Mans.

Antologados: Gladys Edich Barbosa Ehraije, Norberto Barleand, Julio Carabelli, Susana Cattaneo, Ayelén Correa, Carlos Cúccaro, Alba Díaz, Jorge Luis Estrella, Nélida González Montaner, Leonardo Gastón Herrmann, Zoraida Laveglia, Sandra López Jachú, José Martínez-Bargiela, Graciela Maturo, Elvira Otero, Aldo Parfeniuk, Horacio Preler y Rolando Revagliatti.

POESÍA HACIA EL NUEVO MILENIO – ANTOLOGÍA DE POETAS ARGENTINOS, TOMO III




14X20, 118 pag.

Poesía (2000).
Selección y proemio de Andrés Utello.
Arte de tapa: Hilda Mans.

Antologados: Amanda Tomalino, Laura Laulhe, José Luis Colombini, Gabriela Bayarri, María Isabel Mansilla, Laura López, Vichina Peveraro, Yamil Nievas del Castillo, Lía Oubiña, Delia Vega, Víctor Nocelli, Susana Miranda y María Suriani.

POESÍA HACIA EL NUEVO MILENIO – ANTOLOGÍA DE POETAS ARGENTINOS, TOMO IV




14x20, 108 pag.

Poesía (2000).
Arte de tapa: Hilda Mans.
Palabras preliminares de Ricardo Rubio.

Antologados: Norberto Alessio, Carlos Enrique Berbeglia, Luisa Berutti, Dante Bustos, Haydeé Lilí Canaletti, Ramón Canalís, Omar Cao, Carlos Norberto Carbone, Jorge Hirsch, Susana Lamaison, Myriam Leal, Osvaldo Milano Arrieta, Adalberto Polti, Graciela Susana Puente y Beatriz Taboada.

LA TIERRA DEL CONJURO, Antología poética




15x21, 208 pag.


Composición u armado en La Luna Que,
Edición de Bibliotecas Córdoba.

Selección e introducción de Andrés Utello.
Antologados: Elvio Romero, Juan-Jacobo Bajarlía, Antonio Aliberti, Ester de Izaguirre, Alberto Luis Ponzo, Lucía Carmona, Élida Manselli, César Vargas, Ricardo Rubio, Clara Franco, Beatriz Schaefer Peña, Gianni Siccardi, Eugenia Cabral, Emilse Anzoátegui, Alba Correa Escandell, Norberto Corti, Leonor Mauvecín, Mario Sampaolesi, Norberto Barleand, José Martínez-Bargiela, Amanda Tomalino, Hugo Enrique Salerno, Francisco Squeo Acuña, Héctor David Gatica, Alfonso Nassif, Carmen Moreno, Carlos Levy, Marcos Silber, Jorge Ariel Madrazo, Hugo Francisco Rivella.

LEO Y ESCRIBO, poesías de Rolando Revagliatti




12x20, 40 pag.

Poesías (1998).
Colección Dones de la noche, Nº 7, de poesía ilustrada.

CORONA DE CALOR, poesías de Rolando Revagliatti




14x20, 52 pag.

Poesías (2004).
Arte de tapa: Nélida Vélez. Ilustraciones interiores: Rafael Marín, Clara Bullrich y Martín Micharvegas.

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Comentario bibliográfico de Roberto Daniel Malatesta a partir del poemario “Corona de Calor” de Rolando Revagliatti (Ediciones La Luna Que, Buenos Aires, la Argentina, 2003), publicado en la edición del 9/3/2006 del periódico “El Litoral” de la ciudad de Santa Fe, provincia de Santa Fe, la Argentina:

“No creas en nada que no te haga reír”

Rolando Revagliatti, prolífico autor de poesía, amén de dramaturgia y narrativa, organizador de eventos literarios, dueño de una obra ampliamente difundida en revistas literarias y traducido a diversos idiomas, nos entrega el libro número quién sabe ya. Lo cierto es que “Corona de Calor” hace contundente un elemento que nunca dejó de faltar en sus anteriores poemarios: el humor, elemento muchas veces desvalorizado si de poesía se trata, cosa extraña que ocurra en el lenguaje de Quevedo y Lope de Vega, cosas extrañas en nuestra memoria colectiva o será que nos enseñaron demasiado que debíamos, para leer poesía, fruncir el entrecejo.
El tema del libro: el calor del cuerpo humano, el sexo, la edad, el amor, tomados desde un nada convencional ángulo desde donde nace el humor.
La forma es la ruptura con la forma; aun así y pese a ello sus trabajos no están exentos de la musicalidad del énfasis y aquí, he de hacer notar, se pierde un elemento, ya que R. R. entre sus diversas experiencias con la palabra, ha grabado casettes con sus poemas. El énfasis en sus lecturas, su formación teatral hacen de R. R. un peculiar caso para el medio poético argentino: el recitado de sus propios poemas los mejora.
El lenguaje, si por momentos llano: “Sólo me interceptan las niñas / en el bosque / y me tientan con el contenido de sus canastas”, otras veces juega con cacofonías, con sonidos: “la mal amada / ama / mal // endeudadas” o casi arrabalero aunque traducido al siglo XXI: “alardeabas con tu cabellera violeta y esponjosa / de una laya calificable de furibunda / atiborrada por aritos y otros adminículos / prensores en zonas tiernas”. Y todos estos recursos  se predisponen para la sorpresa, para el cierre inesperado del verso generalmente rematado en seco.
Piezas cortas, poemas sonoros fuera de toda sonoridad tradicional, poemas, como debe ser, para ser leídos en voz alta. En realidad R. R. parece tomarse nada seriamente o será verdad aquello de que no ha de creerse nada que no te haga reír, precepto al parecer “seriamente” incorporado por R. R. ya que los títulos de sus libros anteriores  lo preanuncian: “De mi mayor  estigma (si mal no me equivoco):”, “Trompifai”, “Picado contrapicado”, entre otros. “Corona de Calor” heredero de toda una trayectoria parece ser, y aquí qué más da, soy subjetivo, su mejor libro.
                                                               Roberto Daniel Malatesta

LOS VIENTOS DE NOSOTROS, poesias de Amanda María Mandarano




14x20, 84 pag.

Poesía (2010).
Arte de tapa: Walter Patricio Di Santo.
Prólogo de Alfredo Jorge Maxit.

LADRIDO Y LUNA, poesías de Patricia Verón




13x20, 40 pag.

Poesía (1999).

REFLEJOS SUCESIVOS, cuentos de Carlos Enrique Berbeglia




Carlos Enrique Berbeglia
14x20, 112 pag.

Cuentos (2004).

PALABRA DE OTOÑO, poesías de Mario Kon


Palabra de otoño
14x20, 80 pag.

Poesías (2002).

QUÉ Y OTRAS CIRCUNSTANCIAS, poesías de Raúl Pérez Arias




14x20, 64 pag.

Poesía (2o10).
Leyenda editorial: El Mirador de la Cultura.
Arte de tapa: Adrián Giachetti.

LA LÍRICA JAPONESA Y JORGE LUIS BORGES, ensayo de Graciela Susana Puente




14x20, 40 pag.

Ensayo (1999).
Arte de tapa de la autora.